miércoles, 8 de abril de 2009

Llegamos a El Maitén un 28 de Diciembre de 1985, como parte de un grupo de Misioneros del Sagrado Corazón. Adolescentes muchos, idealistas todos, inflamados por la llama que no se apaga, la del amor al prójimo.
 
Con 17, 18 años algunos, recién estábamos comenzando a formar parte de la Iglesia Militante, habiendo pasado dos años realizando tareas pastorales en nuestro lugar de residencia, quizás muchos no estábamos preparados para realidades tan disímiles y distantes de la propia.
 
El paisaje, la gente, sus ganas de crecer como pueblo, y como Pueblo de Dios, nos cautivaron a todos. Tanto que, en 1989, sintiendo que la Misión era cosa de todos los días, me quedé allí por diecinueve años.
 
Como la vida, las comunidades y uno cambiamos. De la fiel ortodoxia, y sobre la base de las necesidades propias y comunitarias, pasé a una misión más social que religiosa, creyéndolo el mejor modo de "darse a este mundo y hacerlo mejor" que el himno del Colegio nos grabara a fuego.
 
Llegamos a El Maitén llevando la Palabra, hace ya veintitrés años. Volví de allí, tras diecinueve de mis casi cuarenta y un años de vida, con un enorme bagaje de experiencias, alegrías y penas, esfuerzos y sinsabores, logros y fracasos que, en parte, me hacen ser quien soy, y digo esto desde la emoción de haber visto, vivido, compartido y hasta, humildemente, protagonizado muchos cambios en esa comunidad.
 
Sigo en constante contacto a pesar de las distancias, mis hijos nacieron y aún viven allí así que tengo, como el tango, "el corazón mirando al Sur", orgulloso de haber formado parte de un formidable grupo humano que me dio la oportunidad de vivir esto, y que son también puerta, camino, escuela, piedra miliar donde uno siempre vuelve a lo largo de los años y los caminos recorridos.
 
Es en estos días pascuales donde, por precepto y por convicción, uno memora cada Pascua o "Peŝak", cada pasaje de una vida a otra, desde el bautismo a cada transición vivencial, y es sano, pedagógico y muy humano poner en retrospectiva los años vividos para darse cuenta que cada esfuerzo, cada pequeño avance, cada piedra en el camino tuvieron y tienen un verdadero significado que nos hacen dar cuenta de que aún puede marcarse una diferencia en este mundo, desde lo cotidiano, o desde lo extraordinario.
 
En este "ir de Cristo en pos" la vida me llevó por otros senderos, pero con la misma llama de aquellos días. Bienvenidos a este punto en la Red donde el recuerdo, la comunicación y los ideales de siempre sirvan para, de algún modo, continuar la Misión, renovados en nuestra fe y ya maduros en nuestra acción.
 
Que el amor de Cristo nos ilumine y nos lleve siempre por caminos de paz y bien, como lo quería San Francisco de Asís.
 
Eduardo Santos

6 comentarios:

  1. Una torta frita, la trocha, el ripio, la cruz misionera, cada una de las personas que recibíamos en la parroquia o visitábamos en sus casas, el baño en el río, el "arriba los corazones" de la Hermana, la "temucasa", el Cerro de la Cruz hacia un lado o la Bella durmiente hacia el otro, la lista para cocinar o lavar los platos, las canchas de Ferro o "El rojo", Agua Potable, la cabina telefónica y el correo, la Av. San MArtín. Personalmente todo eso y más representa El Maitén, estas son imágenes entregadas casi como grageas que van surgiendo. Es lindo poder viajar al pasado y recordar tantas cosas y hechos gratos que hemos vivido veinte años atrás; reencontrarnos quizá con nuetras raíces, nuestra escencia y nuestros sueños de aquellos tiempos que hoy vuelven a surgir espontánea e intespestivamente.
    Todo se mueve. Y todo se mueve con un ritmo. Y todo lo que se mueve con un ritmo produce un sonido. Esperemos que este sonido llegue a otras generaciones para continuar regando aquella semilla que sembramos en el paralelo 42 y que hoy, pareciera, comenzamos a regar nuevamente. Gracias.

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  2. me vas a hacer llorar anonimo...quien sos? Gus?

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  3. Sí, soy "anónimo". El "Gracias" del final fue para uds. dos que crearon el blog. Debí cortar abruptamente por cuetiones de tiempo, pero les debo un escrito que tengo.

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  4. Recuerdos - Amores
    Alguna noche de enero del ¿'88? en la habitación contigua donde dormía la Hermana, dos jóvenes próximos a cumplir 19 años, él barbado, alto, con pelo a la altura del cuello, de joggins azules; ella bajita, de pelo castaño, no tan largo, seguramente saboreando el final de algún batido dentro de una taza, de color y gusto similar al sambayón, casi un clásico suyo de todas las noches...
    Nosotros, los cuatro varones, aguardando en la Temucasa para saber qué había ocurrido.
    Cuando volvió a la casa, al muchacho de barba se le veía una sonrisa un tanto pícara en su rostro..
    - Y Dá ..¿qué pasó?, preguntó alguien.
    - Nada boludo, me metí con Fabi...Fue la sencilla respuesta.

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  5. Se que en muchos de nosotros hay todavía un pedasito de El Maiten, guardo con mucho cariño recuerdos alli vividos; por nombrar algunos las disputas con Leti, el domar a Mardones, los chivitos que comíamos ( algunos grandes otros mas chiquitos), las idas a Vuelta del Rio, Bs As chico y tantas otras cosas mas...
    Ojala algún d{ia podamos reunirnos para ir y mirar todo lo mucho que ha crecido ese pueblo, pensando en que con 18 o 20maños les llevabamos ademas de cuestiones materiales nuestra polenta y ganas de que algo nuevo creciera. Saludos a dos los que compartimos ese momento.

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  6. Recuerdos - incendio
    Algún día de Enero de 1986. Cerca de las 12.30 hs. Cada uno de los grupos había regresado de las visitas por las casas que se efectuaban por la mañana. Una dupla, como siempre ocurría, estaba preparando el almuerzo, y los demás nos encontrábamos en diferentes actividades: lavando ropa, jugando con chicos, preparando algún evento para la tarde, ordenando, etc.
    Dentro del predio parroquial se encontraba una pequeña parcela cercada por un alambrado de aproximadamente un metro de altura,que había sido utilizada como huerta. El espacio, ya abandonado, con pastos secos y altos, era utilizado por nosotros como tendedero de ropa. Junto con Maxi Molina se nos ocurrió emprolijar ese espacio y decidimos cortar los altos pastos para luego quemarlos. A medida que cortábamos los apartábamos a un costado. Una vez terminado el trabajo quemamos hasta el último pastito cortado. La situación, baldes mediante,la teníamos controlada...
    "A comer", avisó alguien. Baldazos y pisoteadas estilo malambo a los pastos fueron los recursos para apagar todo correctamente, como correspondía.
    Fuimos al salón a almorzar y como media hora después alguien de afuera vino alocadamente, agitado, con la lengua afuera y a los gritos: "¡Se prendió fuego la quinta!".
    "No puede ser, dije, apagamos todo. Es imposible", casi socarronamente sobré la situación. Todos mis compañeros salieron a ver y a ayudar. Era cierto. Se había generado un incendio bastante importante que se podría haber extendido por la sequía existente. Entre todos logramos apagarlo.
    Como "castigo" la hermana decidió que nos quedáramos en ese lugar controlando que no vuelva a producirse una mínima llama y, por tal motivo, todos perdieron la posibilidad de ir al río como generalmente ocurría a comienzo de la tarde. Aún hoy me acuerdo los reproches de algunas chicas como María, Lorena y Verónica, entre otras, quienes despotricaron, con toda razón, por la decisión de la Hermana

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